¿Qué se está buscando en la viticultura actual?

¿Qué se está buscando en la viticultura actual?

Por Sebastián Casabé

En la actualidad uno de los objetivos más claros que persiguen ingenieros agrónomos y enólogos es que el vino, por encima de todo, refleje la identidad de su origen.

Hace ya algunos años, la elaboración de vinos respondía a un gusto estilístico específico, caracterizado por su potencia, estructura y corpulencia. La madurez fenólica y el uso excesivo de barricas nuevas con tostados elevados condujeron a una estandarización del gusto relegando la tipicidad varietal a un segundo plano.

En uno de mis últimos viajes a Mendoza pude conversar con numerosos enólogos e ingenieros agrónomos donde han expresado la urgencia de adoptar una viticultura precisa, eficiente y genuina.  Los cambios en marcha son tangibles y eso puede observarse en el estilo de los vinos producidos.

Independientemente del tamaño del proyecto y la variedad de estilos, todos los vinos que pude probar entonces y continúo descubriendo en la actualidad destacan por su expresión frutal. La frescura, manifestada a través de una destacada acidez, se erige como un componente fundamental, mientras que la presencia de la madera de primer uso ha experimentado una marcada reducción. Estas transformaciones, que hasta hace aproximadamente 20 años podrían haber sido consideradas audaces, configuran la senda que define parte de los vinos contemporáneos.

Vientos de cambio.

Aunque cada enólogo sigue su propio libro, ha quedado claro que la madera no es determinante para alcanzar la calidad, sino que su uso responde a necesidades específicas como la polimerización en los vinos para la estabilización del color y taninos más suaves. Hay que tener en cuenta que en muchos casos el exceso de barrica termina opacando la fruta, la tipicidad de la variedad y la expresión del terruño.

En pos de lograr vinos más “auténticos” y representativos de la zona o microrregión de origen, los enólogos e ingenieros agrónomos han implementado prácticas específicas y efectivas entre las cuales se destacan:

  • Cosechas tempranas para preservar la frescura sin comprometer el potencial alcohólico.
  • Reducción de la intervención de productos de síntesis química en los viñedos (esto puede observarse en la cantidad de nuevas etiquetas y proyectos que están certificando sus viñedos como orgánicos).
  • Abordar los viñedos como ecosistemas interconectados, reconociendo que la planta de vid no existe de forma aislada, sino como parte integral de un conjunto que incluye diversos componentes vivos, como vegetación, insectos y animales.
  • Profundo conocimiento del suelo, una premisa fundamental.
  • Investigaciones sobre nuevas Indicaciones Geográficas a fin de sumar a la escena Argentina zonas vitivinícolas con historia.


Es evidente que estas prácticas representan solo un fragmento de las numerosas iniciativas implementadas recientemente para producir vinos menos estandarizados y con identidad propia. Sigue habiendo mucho por investigar pero no quedan dudas de que el camino recorrido está logrando maravillosos resultado. Esto lo han expresado muchos enólogos al decir que Argentina comenzando a producir los mejores vinos de su rica y extensa historia.

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