Por Sebastián Casabé
Cuando en un vino aparecen aromas o sensaciones defectuosas es común no saber cómo actuar. Ya sea por falta de conocimiento o por pensar que tenemos un mal día, este contratiempo puede arruinar parte de nuestros planes. Por eso, estar atento a ciertas cuestiones a la hora de elegir un vino, puede ahorrarnos un mal trago.
Señales de alarma
Si bien soy un defensor de adquirir vinos en vinotecas, entiendo que una gran mayoría de consumidores los obtiene en supermercados o almacenes de barrio. Allí la política es clara: “ejemplares abiertos no tienen devolución”. Por eso, estar atentos al año de cosecha, es clave. Si van a elegir un vino joven, ya sea tinto o blanco, busquen aquellos en donde la cosecha sea la más cercana al año en curso. Este dato lo pueden encontrar estampado en la etiqueta. Ejemplares que presentan tres o más años, salvo excepciones, pueden presentar oxidaciones u otras complicaciones.
Como comenté en la nota relacionada al vino y su guarda, los ejemplares son sensibles al ruido, el calor y los aromas del ambiente. Eviten elegir aquellas botellas que han estado expuestas a la luz solar o artificial. Es preferible elegir las que se encuentran escondidas entre sus compañeras.
Que una botella esté cubierta de polvo nos da la pauta de que hace tiempo se encuentra de pie. Si bien es de buena práctica tenerlas acostadas, esto no siempre sucede. Recuerden que un ejemplar que lleva mucho tiempo parado puede estar avinagrado.
Si bien toda oferta puede ser tentadora, no se tiren de cabeza. Algunos establecimientos desean hacer un desagote de stock y exhiben ejemplares que hace tiempo tienen sin vender. Por último: revisen el corcho. Si lo notan hinchado o saliente, elijan otra botella. Lo mismo con la etiqueta. Si está decolorada o tiene manchas de vino debido a filtraciones, no lo lleven.
Estos son sólo algunos consejos. Si desean correr el menor riesgo posible, consigan el vino en vinotecas, un espacio que todo amante del vino merece conocer. El profesional a cargo sabrá guiarlos, recomendarles aquellos ejemplares que se adapten a su gusto y, algo no menor, los vinos estarán almacenados en óptimas condiciones. El rol de las vinotecas no sólo se limita a la venta de vinos sino que otra de sus tareas fundamentales es la de educar a nuevos consumidores. Las degustaciones allí organizadas permiten probar ejemplares de partidas limitas y, en muchos encuentros, son los mismos hacederos del vino quienes presentan sus vinos. Sin duda alguna, allí, reside un valor único.
Problemas fuera de casa
Elegir un vino en un restaurante no es tarea sencilla. Muchos menos apreciar lo elegido frente a la penetrante mirada del mozo que, en muchos casos, desea una rápida señal de aprobación. Es normal que este roll play automático nos genere un fugaz momento de absurda tensión pero sepan lo siguiente: no están obligados a hacerlo. Mientras hayan observado que el vino descorchado sea el que eligieron, es suficiente. El hecho de servir un poco de vino para ser probado es una cuestión meramente protocolar. Lamentablemente, una gran mayoría de establecimientos, no cuentan con un Sommelier que guíe y asesore en caso de duda. Mi consejo para aquellos que no tengan mucho conocimiento y hayan pedido un vino que consumen a diario, es que presten atención a que su aroma y gusto sea similar a lo que ya conocen. De haber pedido un vino que nunca probaron existe la posibilidad de que no les agrade y eso, como comenté, no constituye defecto alguno.