Por Sebastián Casabé
Tras compartir una cena en la presentación de los vinos de alta gama de Domaine Bousquet, tuve la oportunidad de entrevistar a Rodrigo Serrano Alou, enólogo y director de operaciones de la bodega. Hablamos sobre el enorme desafío de exportar casi toda su producción, la apuesta por los vinos orgánicos, veganos y bajos en alcohol, y el camino que sigue Domaine Bousquet en su búsqueda por expresar el carácter único de Gualtallary. Una mirada honesta y apasionada sobre el presente y el futuro del vino argentino.
1. ¿Cómo es trabajar en una bodega de tal magnitud, donde el 95% de lo que elaboran se exporta?
Es desafiante, estimulante y te eleva la vara constantemente. Te obliga a pensar en brindar siempre la máxima calidad en los vinos. No hay lugar para relajarse, y eso es algo que realmente me apasiona.
2. ¿Cómo influye ese perfil exportador en las decisiones enológicas y en la identidad de los vinos que elaboran?
La vara está muy alta. Hay un seguimiento y control muy exigente por parte de los clientes, lo que nos obliga a estar siempre atentos a cada detalle. Nada queda librado al azar.
3. ¿Cómo ves al vino argentino en comparación con el vino estadounidense, principal destino de exportación de Domaine Bousquet? ¿Qué diferencias y similitudes encontrás entre ambos?
El vino argentino es el vino argentino, y el estadounidense es el estadounidense. Hay grandes diferencias, tanto en la identidad de los vinos como en los procesos técnicos y variedades cultivadas. El Malbec, por ejemplo, es un emblema argentino. Nuestros vinos hablan de un lugar, de un origen, y eso los distingue. En cuanto a similitudes, en Domaine Bousquet trabajamos con procesos muy estructurados —documentación, seguimiento—, lo cual se asemeja mucho a cómo se trabaja en Estados Unidos.
4. ¿Cuál es, para vos, el verdadero potencial del vino argentino a futuro?
El potencial del vino argentino es tan grande que me cuesta dimensionarlo.
5. Domaine Bousquet trabaja con certificaciones orgánicas, biodinámicas, kosher, veganas y sin TACC. ¿Cómo es gestionar tantas regulaciones distintas?
Aunque cada sello tenga su nombre y especificidad, todos comparten ciertos principios. Para nosotros, ya es una gimnasia natural; tenemos los procesos muy estandarizados y eso nos permite ser competitivos en el exterior. Es reconfortante ver que todo ese trabajo se traduce en calidad y reconocimiento.
6. ¿Sentís que el consumidor valora este tipo de prácticas? ¿Qué respuesta reciben del mercado?
Honestamente, no lo sé con certeza. No estoy seguro de que el consumidor termine de comprender todo lo que implican estas certificaciones.
7. ¿Por qué apuestan por este tipo de producción? ¿Es una convicción, una necesidad de mercado, o ambas cosas?
Una cosa es decirlo, y otra muy distinta es certificarlo. Cuando uno certifica, entra en juego una enorme responsabilidad: hay organismos reguladores que verifican que lo que decís es, efectivamente, lo que hacés. Y eso marca la diferencia.
8. ¿Cómo comunican todo ese trabajo al consumidor? ¿Qué mensaje buscan transmitir?
Lo comunicamos principalmente a través de las etiquetas, donde se reflejan todas las certificaciones. Pero más allá de eso, el mensaje central tiene que ver con nuestra identidad como bodega. Queremos hablar de un lugar, transmitir un origen. Esa es nuestra esencia.
9. ¿Creés que el consumidor argentino está cada vez más interesado en estos temas o sigue siendo algo más valorado en el exterior?
Un poco y un poco. Hay que evitar generalizar. Tanto en el exterior como en Argentina se empieza a valorar más este tipo de producción. No por nada, en los últimos años, el consumo de vino orgánico certificado en el país creció notablemente.
10. ¿Qué pensás sobre la tendencia actual de los vinos bajos en alcohol? ¿Es algo que Domaine Bousquet podría empezar a explorar?
Sí, de hecho ya lo hicimos. En 2020 empezamos a trabajar en esta línea y lanzamos LO-CA, una propuesta de bajo alcohol y bajas calorías, con un Malbec y un Chardonnay de entre 8 y 9 grados. Primero salió al mercado externo y desde fines del año pasado también se comercializa en Argentina. Como todo en la bodega, son orgánicos y veganos. Hasta la cosecha 2024 contaban con certificación USDA, lo que implicaba que no tenían sulfitos agregados, pero eso cambiará a partir de la cosecha 2025. Apostamos por la cosecha temprana como método natural para lograr este estilo, porque es donde más cómodos nos sentimos.
11. Sé que trabajaron junto a Guillermo Corona en la sectorización del viñedo. ¿Cómo fue ese proceso y qué resultados obtuvieron?
Queríamos conocer profundamente nuestros suelos y parcelas. Comenzamos con una finca dividida en 9 parcelas y terminamos identificando 81, con 4 perfiles de suelo bien diferenciados. Esa diversidad hoy nos da una identidad única, y eso es maravilloso.
12. ¿Qué tipo de decisiones enológicas toman a partir de ese conocimiento detallado del viñedo?
En realidad, no tomamos tantas decisiones enológicas porque nunca fuimos una bodega de enología invasiva. Las decisiones más relevantes hoy se toman en el viñedo, desde la agronomía. Es ahí donde está el foco.
13. ¿Qué impacto tuvo ese trabajo en la calidad de los vinos?
Se creció muchísimo en calidad, porque logramos identificar exactamente el perfil que más nos representa. Ese foco nos permitió dar un salto muy importante.
14. ¿Cuál pensás que es el desafío más importante que enfrenta hoy la industria vitivinícola argentina?
Seguir formando técnicos que tengan la pasión y el amor necesarios para seguir estudiando, interpretando y expresando un lugar en una botella de vino. Es un desafío que hay que alimentar constantemente, siempre con foco en la sustentabilidad. A veces cuesta encontrar profesionales que comprendan que hacer vino es un trabajo muy sacrificado, que no se trata solo de comunicarlo. Primero hay que hacerlo, con dedicación.
15. ¿Qué se necesita, desde tu rol o desde el sector, para superar ese desafío?
Como mencioné antes, es una cuestión generacional. Hay que trabajar en la formación y la motivación de las nuevas generaciones.
16. ¿Qué esperan para el futuro desde Domaine Bousquet? ¿Hacia dónde están apuntando como bodega?
Tenemos muy claro que queremos seguir creciendo, especialmente en el segmento de alta gama. Nuestro norte sigue siendo Gualtallary, en el Valle de Uco. Gracias a ese terroir, podemos seguir haciendo los vinos que soñamos.
17. ¿Y vos, personalmente, tenés ganas de elaborar algún vino que todavía no hiciste?
Sí, siempre hay un vino que todavía no hice. Porque siempre hay una nueva oportunidad. Hoy no sabría decirte cuál exactamente, pero estoy abierto a crear todos los vinos que se me ocurran. Esa es la parte más linda de esta profesión: la libertad de crear.