Por Sebastián Casabé
Chubut, una de las regiones vitivinícolas más jóvenes de Argentina, cuenta con apenas 15 años de historia en la producción de vinos, habiendo comenzado sus primeras plantaciones en 2010. Situada en el extremo sur del país, esta región marca un nuevo límite para la viticultura argentina, explorando el potencial de esta zona austral.
La provincia de Chubut es extensa, abarcando 1.000 km de norte a sur, con la mayoría de los proyectos vitivinícolas concentrados en la Comarca Andina. Sin embargo, uno de los emprendimientos más destacados, Otronia, se encuentra mucho más al sur, cerca del límite con Santa Cruz, en el paralelo 45°33′ S. Esta latitud lo coloca en una posición similar a Central Otago en Nueva Zelanda, otra región vitivinícola caracterizada por su clima frío.
El Desafío del Clima
Las condiciones extremas de Chubut están íntimamente influenciadas por el terruño, siendo el clima frío el principal factor que moldea el perfil de los vinos de la región.
Para proteger a las uvas del frío, se utilizan aspersores que crean un efecto “iglú”, formando una capa de hielo alrededor de las plantas. Esta técnica evita que la temperatura de las vides descienda por debajo de los 0°C, evitando de este modo el daño celular. Estas condiciones no sólo contribuyen a la fineza y el carácter de los vinos, sino también a su alta acidez, una de las características distintivas de los vinos de Chubut.
El viento, otro desafío importante, se mitiga mediante cortinas naturales que reducen su velocidad. Sin embargo, este mismo viento ayuda a mantener la zona libre de enfermedades criptogámicas, favoreciendo la salud del viñedo.
El Sol y la Maduración de las Uvas
La intensidad del sol permite que las uvas alcancen niveles elevados de alcohol, pero las largas noches de primavera y verano, que pueden extenderse hasta las 23 horas, prolongan el periodo fotosintético. Esto contribuye a una maduración lenta y equilibrada, lo que da lugar a vinos que alcanza un 13% de alcohol pero mantiene una riqueza aromática y gustativa notable.
Además, debido a las noches frías, el ácido málico, fundamental en la respiración de las plantas, se conserva en niveles altos. Esto resulta en uvas con una madurez completa y una acidez elevada.
Suelo y Agua: La Base del Viñedo
El agua utilizada en los viñedos proviene del río Senguer, que desemboca en el lago Musters, uno de los lagos más impresionantes de Argentina con una superficie de 400 km². Las olas impulsadas por el viento son una característica destacada de este lago.
En cuanto al suelo, los terrenos en Sarmiento son heterogéneos y se diferencian notablemente de los suelos de montaña de Mendoza. Son suelos típicos de la estepa patagónica, formados por la diversidad de materiales dejados por antiguos lagos y ríos. En el viñedo de Otronia se han identificado cuatro tipos principales de suelos, incluyendo suelos eólicos con una alta proporción de arena.
Esta diversidad, junto con las condiciones climáticas extremas, contribuye a la creación de vinos únicos que reflejan el carácter inconfundible de esta distintiva y cautivante región vitivinícola.