El 3 de mayo es una fecha clave para Chakana: coincide con el final de la cosecha, el aniversario de la bodega y una pausa intencionada. Un momento para mirar hacia atrás, agradecer lo recorrido y definir con claridad los próximos pasos.
Cada fin de vendimia reafirma el compromiso que la bodega tomó hace más de una década: transformar profundamente la forma de hacer vino. Chakana eligió una viticultura orgánica y biodinámica, enfocada en la regeneración del suelo, la mínima intervención y el respeto riguroso a los ciclos naturales.
“Cuando aprendemos a acompañar los ritmos del viñedo en lugar de imponerlos, todo cambia. Hacer vino se convierte en una forma de escuchar”. explica Facundo Bonamaizon, Ingeniero Agrónomo de Chakana.
Esta filosofía se nutre del principio andino del Ayni que enseña a dar para recibir: trabajar junto a la tierra, no contra ella. Una sabiduría ancestral que cobra plena vigencia en un contexto global cada vez más atento al impacto ambiental.
Para esta fecha la bodega elige compartir uno de sus vinos más representativos: Ayni Malbec 2020. Nace en Paraje Altamira, a 1100 msnm, en un ecosistema diverso y saludable. Ayni refleja con fidelidad su origen: suelos vírgenes llenos de vida, grandes piedras cubiertas de carbonato de calcio, y un paisaje donde crecen tomillo, lavanda, jarilla y cactus, entre aves y zorros.
“Ayni expresa el lugar tal como es, mostrando en cada añada el equilibrio entre nuestro trabajo y la esencia viva del viñedo”, cuenta Leo Devia, enólogo de Chakana.
El Día de la Chakana festeja un ciclo que se cierra y otro que comienza. Una pausa para honrar el camino y seguir cultivando una forma de estar en el mundo.