Por Sebastián Casabé
Enrique Mirazo, experimentado ingeniero agrónomo con 50 cosechas realizadas, nos comparte su visión sobre los avances tecnológicos, el impacto del cambio climático y las particularidades del terruño bonaerense.
1. Llevás 50 años trabajando en la viña y gracias a ello pudiste recorrer las regiones vitivinícolas más importantes del mundo. En todo este tiempo de seguro presenciaste muchos cambios en la viticultura. ¿Cuál de todas las herramientas y avances tecnológicos, incluyendo la inteligencia artificial, te sorprende más? ¿Alguno de estos cambios los pudiste implementar en tu trabajo diario?
La principal novedad en el mundo vitivinícola comenzó hace aproximadamente 30 años con la incorporación de avances técnicos en genética, variedades, y manejo de portainjertos obtenidos por cruzamientos. Estos cambios se complementaron con la necesidad de hacer el cultivo menos impactante en el medio ambiente, aprovechando conocimientos avanzados de los procesos biológicos y bioquímicos.
Gracias a estos cambios, nuestra generación ha podido avanzar con determinación, contando con el apoyo de la industria involucrada. Sin embargo, hoy en día tenemos en puerta avances en informática, robotización, viticultura de precisión, inteligencia artificial y otras tecnologías emergentes que los jóvenes emprendedores no pueden ignorar en sus futuros planes de trabajo. Me sorprendería que no vean estas herramientas, que serán indispensables en muy poco tiempo.
2. La mayoría de los vinos que consumimos los argentinos provienen de Mendoza, donde el clima es extremadamente seco y las precipitaciones, muy escasas. ¿Cuál es la principal diferencia entre el terruño mendocino y el de Buenos Aires, donde actualmente trabajas como ingeniero agrónomo en Bodega Gamboa?
Los ecosistemas varían en las diferentes regiones del mundo, no solo para la viña sino para la mayoría de las explotaciones biológicas. Es necesario considerar el clima, suelo, disponibilidad nutricional, agua disponible y de calidad, topografía y otros factores para determinar qué tipo de portainjerto y variedad se explotará en la zona elegida.
Las diferencias entre Mendoza/San Juan y Buenos Aires son muy marcadas, al igual que entre la zona patagónica y Mendoza. Cada región se distingue por sus características particulares, y los vinos obtenidos reflejan estas diferencias. No son comparables entre sí; son distintos y deben apreciarse según sus propias cualidades.
3. Recientemente mencionaste que trabajar en una región tan húmeda como Campana, en la provincia de Buenos Aires, es en cierto modo similar a trabajar en Burdeos debido a los numerosos cuidados que requieren las plantas. ¿Podés contarnos más al respecto?
Los climas templados presentan mayores niveles de pluviometría, mayor humedad relativa ambiente y tipos de suelos con drenaje lento, lo que dificulta el secado y predispone a enfermedades criptogámicas de diferentes grados y a plagas asociadas a estas condiciones.
En un clima seco, con pocas intervenciones se logra el control sanitario. En climas templados y húmedos, son necesarios hasta más de 20 tratamientos durante la temporada.
4. En las calicatas realizadas en la bodega, ¿qué tipos de suelos encontraron y en qué regiones del mundo se encuentran suelos similares?
La calicata realizada muestra un perfil superficial con raíces que se extienden hasta donde la humedad y el aire se combinan en equilibrio. A medida que se profundiza, las arcillas expansivas empiezan a obstruir los canales de ventilación, impidiendo la penetración de las raíces. Estos suelos arcillosos, conocidos como praderas pardas medias, se encuentran en diferentes regiones del mundo.
5. Con tu vasta experiencia, ¿es posible trabajar 100% con prácticas orgánicas y biodinámicas incluso en regiones con altas probabilidades de enfermedades criptogámicas?
No, no creo que sea posible trabajar 100% con prácticas orgánicas y biodinámicas en nuestras condiciones actuales. Aunque debemos procurar el menor daño posible al medio ambiente, todavía no lo veo factible en nuestro contexto.
6. Hoy en día el enólogo y el ingeniero agrónomo trabajan mucho más en conjunto que en épocas anteriores, considerando que muchos vinos se diseñan desde el viñedo. ¿Cómo ha cambiado esta colaboración a lo largo de tu carrera?
En los últimos años, los enólogos han comprendido que deben trabajar junto al agrónomo desde mucho antes del envero, planificando juntos el trabajo para las propuestas que se intenten llevar a cabo.
7. ¿Cómo influye el cambio climático en la viticultura y qué estrategias se están implementando para adaptarse a estos cambios?
El uso de equipamientos meteorológicos de última generación puede ayudar a enfrentar fenómenos que hasta ahora no eran tan drásticos e inesperados. La utilización de drones y equipos de infrarrojos para determinar comportamientos diferenciales en el historial del viñedo permitirá anticipar medidas de control antes de que ocurran eventos climáticos adversos. Esto es usar la tecnología de manera adecuada: prever y anticiparse.
8. ¿Qué avances recientes en la investigación sobre suelos y terroir consideras más relevantes para la viticultura?
La investigación del suelo nunca terminará. Hoy en día, los planes nutricionales de fertirrigación y la incorporación de ácidos húmicos, ácidos fúlvicos, levaduras y microorganismos mejoradores del suelo son algunos de los avances más recientes. Con los software actuales y los que se desarrollarán en el futuro, tendremos nuevas herramientas para hacer del suelo el factor de sostén más adecuado.
9. Para concluir, los vinos elaborados por Bodega Gamboa exhiben características organolépticas singulares. ¿Cuál consideras que es la característica más distintiva que un consumidor puede percibir en ellos en comparación con vinos de regiones más tradicionales?
Creo que los vinos de Bodega Gamboa tendrán un menor tenor alcohólico, pero más fruta. Lo más importante es que cada año podrá ser diferente y mejor que el anterior. Las condiciones climáticas no homogéneas generarán ese plus de vinos diferentes cada año.