Por Sebastián Casabé
Entrar en la bodega secreta “La Cueva” de Musu, supone de por sí toda una experiencia encantadora. Un lugar escondido en Caballito donde se respira pasión por el vino. Allí siempre te espera Fernando, con su energía y sus ganas permanentes de transmitir todo su conocimiento de una manera distendida que generan deseos de aprender y, sobre todo, de tomar un buen vino
“Las modas en el mundo del vino no ayudaron a que la gente sepa distinguir entre un vino y otro”.
.¿Cómo arrancó tu pasión por el vino y su mundo?
Fue muy gradual. Como en todo, lo que primero nace es la pasión y con el tiempo terminás encontrando el camino. De a poco te vas interiorizando y las inquietudes sobre cómo hacer para dedicarse a esto comienzan a aparecer. Creo que lo importante es ir vislumbrando qué es lo que a uno le interesa. Si es sólo la venta o, como en mi caso, algo que implicaba mayor compromiso y dedicación: la comunicación del vino.
Alguna vez dijiste que esperaste cerca de veinte años para dedicarte a esto.
Exacto. Hace veinte años comencé a darme cuenta cuánto me entusiasmaba este asunto y con la necesidad de ponerme a probar nuevos vinos intenté ingresar en algún grupo de catadores para poder aprender. Había muy pocos en esa época y no me daban pelota. Fue ahí cuando decidí armar mi propio grupo. Empecé comprando copas de degustación y poniendo mi casa como sede para aquellos amigos y conocidos que quisieran sumarse.
Contame un poco sobre esos encuentros.
Me gustaría aclarar que todo lo relacionado al vino lo hacía en mis tiempos libres. En aquella época trabajaba full time en una lavandería y dividía mi día para poder hacer ambas cosas. Fue una bocanada de aire fresco porque ya estaba empezando a cansarme de mi trabajo. Lo del vino me llenaba de energía. Meter la cabeza en otra cosa y salir de la rutina me alegraba mucho. Siempre me gustó ser anfitrión y organizar reuniones para mis amigos. Si a eso le sumamos que tratábamos temas relacionados a probar e intentar comprender todo lo que un vino podía ofrecer, me parecía fantástico. Los encuentros los hacíamos los domingos por la mañana y cada uno tenía que traer su propio vino. La regla de este tipo de degustaciones era que las hacíamos a ciegas. Nadie sabía el vino que se estaba probando. Fue algo muy interesante y enriquecedor.
¿Ahí fue cuando empezaste a sentir que querías vivir de esto?
En cierto modo sí. El problema es que como muchas ideas están teñidas de pasión, lo primero que asoma es el lado romántico del asunto. Después te das cuenta de otras realidades y a base de prueba y error vas puliendo tus ideas.
Habrás conocido a muchas personas que se movían en ese mundo.
Me di cuenta de que conocía a muchos consumidores y productores. Cuando me encontré en el medio de los consumidores y los productores, me animé. Fue recién en 2007 cuando me decidí por comenzar a vender vino.
Decías que más allá de la venta, lo que más disfrutás es comunicar el vino.
Para mí la venta por sí sola puede llegar a ser fría, distante. Me gusta compartir y tratar con las personas. Si a todos mis años de experiencia le sumamos que hace más de diez que abrí mi propia vinoteca, tranquilamente me podría sentar a vender vinos por Mercadolibre y hacer un quilombo bárbaro. Pero no es lo que elegí. No elegí el camino de la guita rápida. Desde el comienzo busqué diferenciarme. Siempre vendí vinos boutique de la mano de la comunicación. Para mí eso es mucho más verdadero que lo otro.
La actualidad del vino en Argentina
Teniendo en cuenta que desde hace varios años estás al tanto de todo lo nuevo que hay en el mercado, ¿cuál es tu opinión acerca de la cantidad de etiquetas que se crean por año? ¿No sentís que tanta información puede llegar a abrumar a los nuevos consumidores? Desde el lugar en el que estoy me encanta que eso suceda, que haya un montón de etiquetas nuevas año tras año. Uno que tiene la oportunidad de probarlas, más posibilidades tiene de encontrar cosas sobresalientes o especiales. Los que estamos en el tema y nos paramos frente a una góndola, sabemos por dónde va la cosa. Ahora, poniéndome del lado del consumidor, pienso que es difícil. Llegás a una góndola y si no estás un poco empapado ¿por dónde arracás?
Por eso siempre aconsejo venir a vinotecas. Para que el vinotequero te ayude ante semejante mundo. Uno de los principales motivos por el cual vemos tantas nuevas etiquetas es porque muchas bodegas y proyectos lo primero que hacen es mirar al mercado de Buenos Aires. Ahí siento que comenten un error porque apuntan todos acá. En el interior hay muchos consumidores que están en búsqueda de nuevas etiquetas. Deberían aprovechar esa oportunidad y descomprimir un poco esta zona.
Siguiendo con el tema de los consumidores, noto que en las nuevas etiquetas hay mayor información a tener en cuenta: se habla del tipo de cepa y su añada, de la zona de origen y hasta de puntajes. ¿Pensás que hay alguna información básica que el consumidor promedio deba conocer a la hora de comprar un vino?
Es cierto que en las nuevas etiquetas hay mucha información para tener en cuenta y para el consumidor puede llegar a ser difícil. En algún punto quizá algo de conocimiento se deba tener, aunque no es excluyente. En relación al puntaje que pueda llegar a tener un vino, creo que el argentino no le da tanta importancia a ese tema. En una primera época la gente se guiaba mucho por las primeras marcas y todavía hay consumidores que así lo hacen. Esta nueva generación de consumidores se guía más por los comentarios de sus pares. Por otro lado es muy importante lo que pasa en el mundo de las redes sociales. Los nuevos consumidores se apoyan mucho en ellas a la hora de buscar información sobre un vino. Siempre y cuando hablemos de vinos de gama media o alta.
Teniendo una vinoteca, en más de una oportunidad habrás tenido que asesorar a una persona que quiere salir de lo clásico para probar algo nuevo. ¿Cómo se lo guía?
Por supuesto. Me pasó infinidad de veces. Uno que tiene un local con una gran cantidad de etiquetas, ya conoce cómo es el perfil de vinos que ofrece. En mi caso, conozco al detalle cada exponente que tengo a la venta. Acá vuelvo con el tema de la comunicación. Así como conozco en profundidad los vinos que ofrezco, debo conocer también a mi cliente. Por eso, cuando un nuevo consumidor viene con ganas de probar algo nuevo, cada palabra que usa para referirse al tipo de vino que suele consumir, me sirve para sacar un perfil y saber orientarlo mejor. Es como sacar su ADN.
Otra cosa a tener en cuenta es el poder adquisitivo de la persona. Siempre voy a tratar de encontrar lo mejor dentro de lo que el cliente puede pagar.
De modas y regiones
Al igual que en el rubro gastronómico, en los vinos también hay ciertas modas que con el tiempo van cambiando. El aporte de la madera en los vinos está empezando a ser discutido, cuando antes era fundamental.
Totalmente. Hay algo de moda en esto. Hay momentos en donde todo va para un mismo lado y luego para el otro. Hace diez años estaban de moda ciertas cosas: desde el tipo de vinos que se hacían, hasta el tipo de palabras que aparecían en las etiquetas. En la actualidad hay otras. El problema es que las modas que existieron años atrás no ayudaron a que la gente sepa distinguir entre un vino y otro. Igualmente festejo que se haya cambiado esa tendencia en donde se tenían vinos concentrados, vinos que había que esperarlos varios años para poder disfrutarlos en su totalidad. Ahora no sólo puedo encontrar un vino de mucha calidad y disfrutarlo antes sino que se encuentran vinos con más frescura. Me parece muy bueno que a estos nuevos exponentes se le haya bajado el nivel de concentración y el aporte de la madera, ya que gracias a ello los vinos expresan mejor los lugares de donde provienen. En la medida en que dejemos que los vinos expresen sus lugares de origen, vamos a tener más diversidad.
¿Podés dar algún ejemplo?
Si nosotros agarramos un Malbec, un Merlot y un Cabernet Sauvignon, sobremaduramos las tres variedades y les ponemos a todas la misma cantidad de madera, indefectiblemente vamos a tener tres vinos similares, aunque sean de distintas variedades. En cambio, si al momento de la maduración se respetan los tiempos de cada variedad y se utiliza la madera en forma sutil sin “tapar” los aromas de cada cepa, vamos a tener como resultado tres vinos en donde puedo diferenciar la variedad.
Hace diez años esto era algo impensado. Había cantidades de vinos similares, aún siendo de uvas diferentes. Pero eso respondía a la moda de seguir el protocolo de vinos que buscaban los americanos. Por suerte, esa estandarización empezó a cambiar.
Del mismo modo en que antes el aporte de la madera era lo que hacía especial a un vino, ahora hay un nuevo fetiche a tener en cuenta: el tipo de suelo en donde está plantada la vid. ¿Realmente influye en la calidad final del producto?
No sé si se puede hablar directamente de calidad. Lo que sí puedo decir es que los profesionales se están dando cuenta de lo importante que es saber diferenciar los tipos de suelos y sus componentes. Si logramos comprender el impacto que tiene cada tipo suelo, vamos a poder entender mejor el terruño. Es interesante saber que dentro de una misma parcela puede llegar a haber distintos tipos de suelos. Por otro lado, hay plantas que maduran de distinta forma gracias a los diferentes componentes de la tierra. Hasta hace un par de años esto no se conocía.
En resumen: conociendo el lugar, el clima y los componentes del suelo, se le podrá dar a cada planta un trato diferencial, haciendo un trabajo personalizado.
Durante muchos años se le dio mayor importancia al tipo de uva que a la región de origen del vino. Hoy parece que la cosa está cambiando. ¿Qué opinión te merece que estemos volviendo a las fuentes en donde la tierra domina al cepaje?
Es muy interesante tu observación: lo importante de interpretar el terroir, las regiones y las subregiones es que de un mismo lugar vamos a tener más de una clase de vinos.
En lo personal, me importa más poder encontrar los diferentes matices que le aporta una región en particular que saber con que tipo de uva está hecho el vino.
Ahora bien, tengamos cuidado de aquellos productos que, al sumarse a la moda de sacar vinos de una misma subregión como Gualtallary o Los Chacayes, se empiecen a perder las características puntuales de cada zona.
Para terminar, ¿Qué consejo le darías a una persona que siente un verdadero amor por el vino pero no sabe por dónde comenzar para dedicarse a esto?
Creo que al principio uno debería sostener el trabajo que lo mantiene y en los tiempos libres empezar por hacer cosas relacionadas al vino. Uno nunca sabe en dónde puede terminar. Como dije al principio, es bueno ir dejando de lado el romanticismo inicial sin perder el deseo. Te repito, yo estuve muchos años laburando en cosas distintas hasta que en un momento pude pasarme para este lado. Honestamente, no sé si vendo más que el primer día, pero siento que llego a mucha más gente y las puertas se abren. Para mí eso es lo fundamental. Lo importante es arrancar. Aunque sea con algo pequeño. Todo suma. Hice infinidad de cosas que no me dieron un mango, pero en la vida todo vuelve.
Para conocer “La cueva” de Musu y asistir a sus degustaciones, te dejo sus datos:
Dirección: Dr. Juan Felipe Aranguren 1078, CABA
FB:Vinoteca Mr.Wines
TW: @vinotecamrwines