Bodega y Cavas de Weinert: un recorrido con historia

Bodega y Cavas de Weinert: un recorrido con historia

Por Sebastián Casabé

Cuando asisto a degustaciones en donde se presentan etiquetas con historia, no sólo disfruto de una experiencia por demás enriquecedora sino que me interesa poder observar cómo las bodegas tradicionales se adaptan a los tiempos actuales. Gracias a distribuidora Soma Vinos, los Argentina Wine Bloggers fuimos invitados a participar de un encuentro en donde Bodega y Cavas de Weinert mostró su renovado y amplio perfil manteniendo claras reminiscencias de un estilo único. De la mano de Iduna Weinert, quien está encargada del sector importaciones, hemos conversado acerca del desarrollo de la bodega desde sus comienzos hasta su vuelta al mercado interno volviendo a exponer aquellos ejemplares que supieron ser un ícono de la mesa Argentina.

“Cuando asisto a degustaciones en donde se presentan etiquetas con historia, no sólo disfruto de una experiencia por demás enriquecedora sino que me interesa poder observar cómo las bodegas tradicionales se adaptan a los tiempos actuales”


Algo de historia
 
Bodega y Cavas de Weinert fue fundada en 1975 por Bernardo Weinert quien, en sus comienzos, trabajaba en Brasil en el rubro del transporte internacional brindando servicios para diversos países de América Latina. Su amor por el mundo del vino lo llevó a concretar su máximo deseo: tener una bodega capaz de crear ejemplares que pudiesen competir con los mejores vinos bordeleses. Dicha tarea no fue fácil puesto que, si bien la Argentina era un país con una fuerte cultura vitivinícola, el nivel de excelencia que buscaba era difícil para la época. Decidió, entonces, buscar el asesoramiento del padre de la enología moderna: Don Raúl de la Mota.
Mientras Bernardo Weinert incorporaba la última tecnología en materia de vinificación, Raúl de la Mota sentó las bases para lograr el objetivo deseado. Su idea fue vinificar cada variedad por separado para luego hacer los cortes correspondientes durante la crianza en madera. Algo inusual en ese entonces. Para 1977 contaban con el primer gran vino argentino y fue tal la impronta que dejaron aquellos ejemplares que, al día de hoy, pueden presumir el tener parte de los vinos más codiciados de la industria.
Desde mediados de la década del 90 Hubert Weber es el principal enólogo quien tiene la tarea de seguir produciendo vinos tradicionales sin perder la personalidad que caracterizó a la bodega durante los últimos 40 años.
 
Previo a la descripción de los vinos quiero dejar en claro el perfil enológico la bodega. Estamos en un momento en donde lo que se estila es mostrar vinos con buena concentración de fruta y frescura de alto impacto. Los vinos de Weinert son distintos. De notable potencia aromática, tienen un peso en boca propio de aquellos vinos que piden ser disfrutados con comidas elaboradas. Necesitan beberse en forma pausada para lograr que se expresen.
Experiencia encantadora para quienes disfrutan dicho estilo.
 
 
Carrascal corte clásico edición 40 aniversario
 
Primer ejemplar presentado. Empezamos con la vara alta. Lo distintivo: blend  compuesto por un cuarenta por ciento de Malbec, treinta y cinco por ciento de Cabernet Sauvignon y veinticinco de Merlot de once cosechas diferentes correspondientes a los años 2004 a 2017.
Soberbio ejemplar que entrega una paleta aromática amplia. Encontrarán frutas maduras, trazos vegetales, mentolados y reminiscencias a ahumados. En boca tiene cierta frescura, es maduro y untuoso. Con un valor cercano a los $380, lo considero un excelente ejemplar.
 
 
 
 
 Cabernet Sauvignon, 2006
 
Doce años y con un recorrido inmenso por delante. Cien por ciento Cabernet Sauvignon con aromas vegetales como descriptor principal. Buena acidez y estructura arrolladora.
Ideal para quienes buscan un estilo que no suelen encontrase en góndola.
 
 
 
 
 
 
 
 
Cavas de Weinert, Cast Selection 2007
 

Lo que destaco de todos los ejemplares degustados hasta el momento es su capacidad de guarda. Les aseguro que este 2007 puede esperar otra década.

En nariz domina la fruta madura. En boca, de ataque dulce. Amplio y con buena frescura.
 
 

 

Cavas de Weinert, Gran vino reserva 1999

Cuando se tiene la oportunidad (y créanme que son pocas) de probar ejemplares de éste estilo, poco importa la variedad. Acá, lo que interesa, es la experiencia. Muchas personas me preguntan qué se siente al tomar un ejemplar de semejantes virtudes. Debo decir que me cuesta ser sintético puesto que es emocionante captar cómo el paso del tiempo puede embellecer a un vino.
Desde lo técnico podría decir que en nariz el perfil aromático es infinito y, conforme van pasando los minutos, todo se magnifica. Café, chocolate, cuero, ahumados, notas terrosas etc. Lo interesante está en boca: vivo. Muy vivo. Taninos todavía presentes y una frescura que se traduce en saber que, sin dudas, podría esperar otra década. Impacta.
Ejemplares como los degustados me demuestran que los estilos clásicos pueden ser originales ya que, a lo largo del tiempo, supieron mantener consistencia y calidad y eso, en la industria, se agradece.
error: Este contenido esta protegido. Para colaboraciones escribime a s.casabe@gmail.com
A %d blogueros les gusta esto: