“Pasionado” Cabernet Franc: un ejemplar de terruño

“Pasionado” Cabernet Franc: un ejemplar de terruño

Por Sebastián Casabé

 
Participar en una degustación vertical siempre me pareció enriquecedor ya que brinda la posibilidad de comprender cómo los vinos pensados para la guarda despliegan, a lo largo del tiempo, ciertas particularidades y matices que los hacen únicos.
El martes 12 de junio en Treintasillas, Bodega Andeluna, junto a José María Barale (propietario) y María Barale (gerente de marketing), organizó una presentación dedicada a su varietal insignia: Andeluna Pasionado Cabernet Franc.
De la mano de Manuel González Bals, su director enológico, recorrimos la historia de la variedad en nuestro país y entendimos los motivos por los cuales logró un potencial admirable a lo largo de los últimos años.
 
Un varietal de terruño
 
Andeluna se encuentra ubicada en Gualtallary (Tupungato, Valle de Uco), lugar propicio para el desarrollo del Cabernet Franc por la marcada amplitud térmica (diferencia de temperatura entre el día y la noche) que presenta la zona. Este contraste climático incide en la composición química de las bayas generando en el fruto una acumulación de azúcares y compuestos fenólicos (como los antocianos) responsables del color en los vinos tintos. Por otro lado, los constantes estudios que se realizan en los suelos de las 67 hectáreas, permiten al equipo conocer las necesidades concretas que necesita cada planta (tipo de riego, abono etc.). Éste arduo trabajo tiene como objetivo brindarle al consumidor un vino que no sólo refleje las características concretas de la variedad sino que también logre, en su resultado final, un vino de terruño: ejemplar que muestra las particularidades de la zona de origen.
 
Probando la historia 
 
Pionera por haber apostado a un varietal de alta gama, Andeluna comienza en el año 2003 con las primeras vinificaciones aunque no fue hasta 2011 que Manuel se hizo cargo de la dirección enológica. Por otro lado, desde el 2015, la bodega cuenta con Hans Vinding-Diers como enólogo consultor ayudando a optimizar la expresión de Gualtallary como terruño.
Los ejemplares que pudimos degustar fueron las cosechas: 2006; 2010; 2011; 2012; 2014 y 2015. Las particularidades que presentó cada uno, fueron notables.
 
Añada 2006
 
Como suele suceder, los vinos que tienen un tiempo considerable en botella, necesitan de cierto tiempo para ir abriéndose y desplegando todo su caudal aromático. A medida que fueron pasando los minutos, encontré un vino interesante y complejo. Se podía descubrir la fruta madura, el tabaco, algunas confituras y  notas a cuero otorgada por la madera.
Lo que me suele suceder con estos ejemplares es que presentan un grado tan alto e interesante de aromas que la variedad con la cual fue compuesto el vino, pasa a un segundo plano (y esto no es algo negativo sino esperable). Como veremos continuación, la tipicidad varietal fue evidente en vinos de mayor juventud.
En boca el nivel de frescura fue asombroso. Puedo asegurar que todavía tenía unos años por delante. Estoy convencido de que tanto los taninos como el alcohol y su buen nivel de acidez fueron la columna vertebral para que este ejemplar estuviese tan presente en la actualidad.
 
 
 
Añada 2010
 
En algún punto continúa con el estilo de la añada anterior: carnoso, de estilo francés y denso en boca. Hay que entender que esa era la búsqueda en aquel momento. Parte de las sensaciones que nos dejan estos ejemplares corresponden pura y exclusivamente a una decisión enológica.
En nariz lo encontré un tanto más austero que la añada anterior y la nota vegetal comenzó a aparecer. En boca volvió a mostrar cierta frescura, un alcohol bien integrado y con un peso considerable otorgado por la sobre-madurez de la uva.
 
 
 
Cosecha 2011
 
De apoco se van acercando al punto óptimo de cosecha en donde se aprecia mejor la zona de origen y, por sobre todo, el varietal. Con una nariz un tanto frutal y alguna nota vegetal, lo encontré con mayor fluidez en boca y sin tanta sobre maduración. 
La mano del enólogo comienza a aparecer.         
 
 
 
Cosecha 2012
 
Primer vino realizado íntegramente por Manuel González Bals  donde demostró el rumbo enológico que querían tomar.
Empezamos a encontrar un Cabernet Franc tal y como lo conocemos: mayor presencia frutal y, por sobre todo, la nota vegetal presente en nariz. La frescura del vino es notoria y esto tiene relación directa con haber cosechado la uva dos semanas antes. Por otro lado, una menor presencia en el uso de madera otorgo un vino franco y menos cargado.
 
 
Cosecha 2014
 
La añada que más me impactó. Supo conjugar, a criterio personal, lo mejor de ambas búsquedas (clásico y moderno).
En nariz encontré las típicas notas que suele entregar la variedad y en boca noté a Gualtallary en todo su esplendor: fresco, jugoso, con taninos presentes, una acidez balanceada y el alcohol bien integrado. Un típico vino de terroir.  
 
 
 
 
 
 
Cosecha 2015
 
Interesante ejemplar que nos muestra cómo el trabajo que estuvieron haciendo marcó el camino a seguir. Por estas cuestiones es interesante presenciar una cata vertical ya que se comprende el trabajo y la búsqueda año a año.
En nariz: trazos frutales y notas vegetales marcadas. También se encuentran notas a especias. En boca el tanino está  bastante marcado en relación a añadas anteriores y eso se nota en su astringencia. Si bien muestra frescura creo que mostrará todo su esplendor en un par de años.
 
 
En conclusión: La variedad tiene un potencial magnifico en nuestro país. Espero que se sigan estudiando los suelos de cada zona  para poder continuar entregando vinos que representen el lugar de origen.
Gracias Ana Paxaio por la invitación y por la calidez de todo el equipo que conforma Bodega Andeluna.

 

 

 

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